La arquitectura vernácula ha evolucionado durante muchos años para abordar los problemas inherentes a la vivienda. A través de un proceso de ensayo y error, las poblaciones han encontrado formas de lidiar con los extremos del clima. Sin embargo, la influencia de las culturas occidentales es omnipresente y la tendencia de un estilo de construcción internacionalizado ha resultado en una reducción de las soluciones tradicionales.
Como es lógico, los habitantes modernos demandan altos estándares de comodidad en los edificios. Tales estándares pueden lograrse mediante el uso de maquinaria, como los sistemas de aire acondicionado, que tienen considerables costos iniciales y tienen una mayor demanda de energía a largo plazo. Sin embargo, con el uso cuidadoso de las técnicas tradicionales es posible crear mejoras de control térmico, ya que existen unas ventajas claras para reducir drásticamente las necesidades de energía y un mayor uso del estilo arquitectónico puede crear un espacio habitable más agradable.
Fallingwater, by American architect Frank Lloyd Wright (1934) /Photo: Carol M. Highsmith (public domain)
Esto no quiere decir que los diseñadores deberían imitar los caminos del pasado. Los materiales modernos, la tecnología y las técnicas de construcción innovadoras deben utilizarse en la búsqueda de eficiencia y rentabilidad. Sin embargo, ignorar nuestro patrimonio arquitectónico y pasar por alto la sabiduría acumulada del pasado conlleva la negligencia ante el reto de la inevitable necesidad de una mayor eficiencia energética del s. XIX.
La sabiduría de la construcción popular nos brinda con la protección de las condiciones climáticas desfavorables y lograr un microclima confortable son los objetivos primordiales de la arquitectura, así como idear edificios que estén en armonía con los duros climas de sus diversas regiones.
En la arquitectura tradicional el mecanismo de regulación térmica interior se incorpora en el mismo edificio. Se tiene en cuenta la topografía, la construcción, la morfología, incluso la disposición y el uso de los espacios internos participan en la función del mecanismo de regulación térmica.
Sin embargo, las condiciones internas se abstuvieron considerablemente de los requisitos actuales de comodidad. Los avances rápidos y espectaculares en la tecnología de las instalaciones de calefacción y aire acondicionado para la refrigeración, así como otras innovaciones técnicas, las influencias internacionales del diseño, han desplazado la arquitectura de los valores y principios tradicionales.
La mecanización y la internacionalización provocaron el rechazo de los métodos tradicionales y la falta de conocimiento de la física de la construcción despojó a la estructura del edificio de sus aptitudes básicas y dejaron el edificio a merced del clima. Los edificios modernos se han vuelto climáticamente ineptos, con aires acondicionados reemplazando el enfriamiento natural, suponiendo un alto consumo de energía, así como un factor de reducción de costes para las constructoras del s. XX, un mayor gasto de los hogares y un beneficio para la industria energética.
La sumisión de la arquitectura a la máquina deja sin resolver los problemas de garantizar condiciones básicas de confort en el interior; como problemas de costo, mantenimiento de instalaciones mecánicas, la energía sobre el consumo. En los países desarrollados los edificios llevaron a absorber un enorme porcentaje del consumo total de energía que alcanza hasta el 50% de la energía total primaria.
En estos días de escasez de combustibles fósiles, así como la creciente degradación del medio ambiente, ha despertado el interés en el uso de materiales, procesos y fuentes de energía ecológicos y ha hecho necesario que nuestros edificios modernos brinden refugio con el menor gasto de energía posible.
Casas Bioclimáticas ITER – Sur de Tenerife
Esto dio lugar a un nuevo enfoque de la arquitectura bioclimática, que considera el edificio en su totalidad desde la etapa de su inicio como un lugar de intercambio de energía entre el ambiente interior y el exterior, natural y climático. Considera el edificio como un organismo vivo; una estructura dinámica que utiliza los parámetros climáticos beneficiosos (radiación solar para el invierno, brisas marinas para el verano, etc.) a la vez que se evitan los efectos climáticos más adversos. En este enfoque, los sistemas mecánicos están interconectados integralmente con la arquitectura y deben tenerse en cuenta como elementos fundamentales del edificio.
Este nuevo enfoque busca evaluar las demandas de energía para la calefacción y la refrigeración en los edificios, analizando los sistemas de energía libre que haya disponibles. El análisis preliminar de gráficos bioclimáticos del terreno para el diseño arquitectónico permite delinear estrategias para una ubicación del edificio apropiada en cualquier estación del año, lo que podría reducir considerablemente el coste energético y minimizar la necesidad de medios mecánicos de refrigeración y calefacción, sin dejar de en cuenta los criterios de confort moderno.
Es evidente que la tarea del arquitecto moderno es considerablemente más complicada que la de los constructores antiguos. Las exigencias de la vida moderna introdujeron nuevos factores y consideraciones en el diseño de edificios más allá de lo relativamente «básico» del estilo tradicional. A medida que la tecnología avanza y la vida se vuelve más exigente, la organización juiciosa y óptima de variables complejas que involucran aspectos técnicos, sociales, utilitarios y culturales, convergen aún en la creación de comodidad y conveniencia para el habitante. La prioridad de los arquitectos en el proceso de diseño se altera; las máquinas se vuelven más importantes en la producción de estándares de comodidad. Además, como la sensación de comodidad es una percepción subjetiva, varía de persona a persona de una cultura a otra y con el tiempo. Por lo tanto, es injusto y erróneo juzgar los niveles de confort térmico en edificios tradicionales por el mismo patrón que usamos para los modernos.
Sin embargo, las herramientas, materiales y técnicas disponibles para el arquitecto moderno son más de lo que el constructor indígena nunca podría haber soñado. Además, el arquitecto tiene la ventaja del conocimiento acumulado de sus predecesores. A través de la unión entre el enfoque tradicional viable para la construcción y los complejos criterios de diseño de la práctica contemporánea, se pueden derivar recomendaciones para la máxima eficiencia energética en el edificio.
Además de estos dos elementos principales de la arquitectura tradicional que mitigan las condiciones climáticas extremas, la organización de los espacios y su orientación, se identifican otras soluciones arquitectónicas que reflejan la sabiduría tradicional y que se usan en la arquitectura solar pasiva moderna. Dichos componentes son los diseños variados de ventanas y sus dispositivos de sombreado, como persianas, pantallas, pérgolas y voladizos.
De estos, el patio, los aleros o paredes laterales y las contraventanas accionadas manualmente se probaron en una serie de estudios paramétricos de optimización y se descubrió que las casas de formas más complejas con patio en forma de U, ahorran más energía que las formas simples. Esto se atribuyó a los factores adicionales que intervienen en el rendimiento térmico, con la introducción de parámetros cuidadosamente elegidos en los estudios de optimización que actúan como reguladores en la vivienda, como el aislamiento envolvente y la orientación sur con más superficies expuestas al sur. Era obvio que un patrón eficaz requiere estudios térmicos propios para cada edificio con su propia geometría, configuración y particularidades con un enfoque integrador del diseño.
Para el sombreado, se concluyó que el diseño optimizado de aleros voladizos y aletas laterales, sin contraventanas o persianas, podría proporcionar el control del sol veraniego suficiente para mantener el confort térmico en el interior. La aplicación de persianas a menudo es limitada por una serie de consideraciones de diseño ambiental, arquitectónico, económico y de comportamiento. La función del control solar podría entonces llevarse a cabo como una función secundaria y los persianas podrían instalarse principalmente, si era preciso, para la privacidad o la seguridad. Sin embargo, las conclusiones de estudios reforzaron la creencia de que la intención de los habitantes del Mediterráneo referente al sombreado de las persianas era para el mantenimiento de la comodidad interior.
Las respuestas pasivas de la arquitectura tradicional a las condiciones e influencias ambientales locales representan un tesoro de patrones de conocimiento e información para la arquitectura moderna sostenible y bioclimática. Por lo tanto, el diseño climático exitoso no debe ignorar la experiencia acumulada y la sabiduría de nuestros antepasados, sino que debe desarrollarse después de una comprensión profunda del conocimiento científico que esta aporta, en lugar de una evaluación emocional de la arquitectura tradicional. La expresión arquitectónica debe respetar el regionalismo y basarse en un enfoque de diseño multidisciplinario.
El conocimiento masivo y la tecnología proveniente del desarrollo industrial moderno tampoco deberían ser ignorados. Por lo tanto, la arquitectura debe ser una síntesis de ambos, los aspectos que estén en armonía con los valores tradicionales y a su vez adecuados para las sociedades contemporáneas, su identidad cultural y escala humanas, basados en la tecnología apropiada.
Referencias:
Serghides, Despina K. (2010). The Wisdom of Mediterranean Traditional Architecture Versus Contemporary Architecture – The Energy Challenge. The Open Construction and Building Technology Journal, 2010, 4, 29-38.
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