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RETRATO-BENJAMINLa isla perdida de Walter Benjamin

La isla perdida de Walter Benjamin

Walter Benjamin fue uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, conocido por su trabajo en filosofía, crítica literaria y teoría cultural. Fue un intelectual que se destacó por su enfoque interdisciplinario, combinando elementos de la estética, la historia y la sociología.

También es reconocido por su capacidad para conectar ideas de diferentes disciplinas y por su estilo único, combinando la crítica cultural con la reflexión filosófica. Su interés en el impacto de la tecnología en el arte y la cultura, así como su análisis de la experiencia moderna, lo han convertido en una figura clave en el estudio de la modernidad y el pensamiento crítico del siglo XX. Algunos de sus obras más destacadas, como «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica» y «Tesis sobre la filosofía de la historia«, han dejado una huella profunda en el pensamiento contemporáneo.

Pequeña biografía.

Walter Benjamin nació en el Berlín del Imperio Alemán, en el seno de una acomodada familia de origen judío asquenazí. Su padre, Emil Benjamin, era banquero en París y posteriormente anticuarioen Berlín; donde se casó con Pauline Schönflies. Walter recuerda que los cuentos que le contaba su madre, le sirvieron como base para una de sus teorías: «el poder de la narración y de la palabra sobre el cuerpo»; también le hizo reflexionar sobre la relación que los cuentos establecían entre la tradicióny la actualidad.

En 1912, a la edad de veinte años, ingresó en la Universidad de Friburgo, pero al final del segundo semestre se matriculó en la Universidad de Berlín para continuar sus estudios de Filosofía. Allí conoció el sionismo, que sus padres, habiéndole ofrecido una educación liberal, no le habían inculcado. Benjamin no profesaba la religiosidad ortodoxa; ni tampoco abrazó el sionismo político.

Durante sus años en la universidad fue elegido presidente de la «Unión de Estudiantes libres», para la que redactó diversos escritos sobre la necesidad de una reforma educativa y cultural. En sus años universitarios tuvo el valor de impugnar el origen teórico del predominante formalismo y escribió sobre su preocupación por el lenguaje como pieza clave de la vida: «El hombre se comunica en el lenguaje, no por el lenguaje»; dos ideas discordantes con el consenso establecido en aquellos tiempos, por lo que sufrió en cierto modo una doble discriminación; como intelectual judío y de izquierdas.

En 1914, al estallido de la Primera Guerra Mundial, Benjaminquiso alistarse, pero no fue admitido por problemas de salud. Sin embargo, después de ser profundamente impresionado por el suicidio de dos amigos suyos que estuvieron combatiendo, acabó uniéndose a la corriente pacifista de la izquierda radical, que rechazaba la participación y la colaboración con la que tildaban de «carnicería humana interimperialista».

En aquel año comenzó la traducción de las obras de Charles Baudelaire al alemán. Un año más tarde, en 1915, se matriculó en la Universidad de Múnich, donde conoció al poeta y novelista Rainer Maria Rilke, y al filólogo e historiador Gershom Scholem. En 1917, se matriculó en la Universidad de Bern, allí conoció al filósofo Ernst Bloch y a Dora Sophie Pollack, escritora y traductora, con la que más tarde se casó y tuvieron un hijo. Un poco más tarde, tuvo el proyecto de fundar una revista, pero fracasó. En este periodo también escribió un texto en el que analizaba el concepto de «mito», e inició una relación con la directora de teatro Asja Lācis.

Quiso entrar como profesor en la universidad, pero simplemente lo rechazaron por ser judío. Escribió El origen del drama barroco alemán, donde trabajó el concepto de «alegoría»; con el que dejó en evidencia la concepción mesiánica de la vida.

En esta etapa abrazó el materialismo y apartó todo lo demás, y aquí afirmó su posición ante las tendencias del momento: jamás militó ni en el sionismo ni en el comunismo ni en el fascismo. Para él, la salvación de la humanidad estaba ligada a la salvación de la naturaleza. Quedó fascinado con las obras de Marcel Proust y Charles Baudelaire, observadores natos de la vida. En 1926 murió su padre y entonces partió a Moscú, donde escribió un diario y confirmó su teoría sobre las tendencias políticas, lo cual provocó que se aislara por completo. En el 29 rompió su relación con Asja y un año después murió su madre. Además, se vio obligado a hipotecar su herencia para pagar las exigencias de su mujer. Fue una etapa difícil para Walter Benjamin, pero su romanticismo siempre le hizo creer que era el inicio de una nueva vida.

Benjamin criticó sin piedad a Hitler y a la teoría fascista, así como a la “hipocresía de la democracia burguesa” y al capital financiero e industrial alemán que apoyó al nazismo. Intentó conciliar el marxismo con su herencia cultural judía y con las tendencias artísticas vanguardistas. Su obra se centró en el pensamiento crítico, la crítica de la modernidad y la cultura de masas. Su vida estuvo marcada por la búsqueda de la verdad y la comprensión del mundo moderno, lo que lo llevó a explorar diversas corrientes de pensamiento. Dos Guerras Mundiales y el ascenso del fascismo moldearon su perspectiva sobre la sociedad y la cultura.

Sin embargo, su vida personal también estuvo marcada por la inestabilidad y la búsqueda de un refugio en medio del caos, probablemente influenciado por los tumultuosos eventos de su tiempo. Por esa razón y el hecho de que la situación política en su país natal de Alemania se volvía cada vez más peligrosa para judíos e intelectuales de izquierda, en 1932 se trasladó a Ibiza, que en aquel entonces era un lugar lejos de la modernidad y la cultura de masas, anclado en el pasado, lo que ofrecía a Benjamin un ideal respiro y espacio para la reflexión.

En aquel momento, tuvo al necesidad de huir de las grandes metrópolis europeas para encontrar la tranquilidad en un lugar dominado por la tradición y las viejas costumbres, sin un atisbo de modernidad. En sus propias palabras: “La isla se encuentra al margen de los movimientos del mundo, incluso de la civilización”

La vida en Ibiza fue un periodo de intensa producción intelectual para Benjamin. A pesar de las dificultades que enfrentaba, encontró en la isla un lugar propicio para la creación. En este contexto, Benjamin comenzó a desarrollar algunas de sus ideas más importantes, que más tarde se plasmarían en su obra más reconocida: «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”.

La llegada a Ibiza

Walter Benjamin, no tenía una clara noción de lo que le esperaba cuando decidió emprender su primer viaje a Ibiza en 1932. En Alemania, se vivían los últimos momentos de la República de Weimar, un estado democrático que sería derrocado por la hiperinflación y por el nazismo del Tercer Reich poco después. En España, apenas un año antes, se había establecido la Segunda República. Benjamin abandonó una vida relativamente cómoda en grandes ciudades europeas como Berlín, para explorar un destino remoto y prácticamente desconocido. La pequeña isla del Mediterráneo se encontraba en la antesala del desarrollo turístico, un lugar donde la modernidad aún no había hecho su aparición, ni nada que se le pareciera.

Benjamin residió en Ibiza en dos intervalos: de abril a julio de 1932 y de abril a septiembre de 1933. Durante esas estancias, el filósofo alemán atravesó diversas crisis personales y desarrolló un vínculo especial con la isla.

Ibiza era en aquel entonces un lugar arcaico, que representaba para una clase de artistas y escritores urbanos la esencia perdida de una Europa que la industrialización había hecho desaparecer de muchos lugares. Además, era un lugar muy barato para los extranjeros y para Benjamin supuso poder vivir de sus colaboraciones en prensa, radio y de algún proyecto literario, aunque sin ningún tipo de lujo ni “comodidades burguesas”, como él mismo describió en sus escritos y cartas.

Por bonita que sea la isla [Mallorca], lo que pude ver allí no hizo sino reforzar mi apego a Ibiza, que posee un paisaje incomparablemente más reservado y misterioso. Las imágenes más bellas de este paisaje quedan remarcadas por las ventanas sin cristal de mi habitación.

-Walter Benjamin, en una carta a Jula Radt-Cohn (1933).

Según lo describe el escritor ibicenco Vicente Valero, en su libro Experiencia y pobreza. Walter Benjamin en Ibiza:

“Según parece, los viajeros que visitaban la isla de Ibiza a principios de los años treinta compartían la rara sensación de estar descubriendo un mundo verdaderamente insólito. Aquella experiencia inesperada se debía sobre todo a la belleza intacta de sus paisajes, al aspecto primitivo de sus viviendas rurales y a las costumbres de sus pobladores. Viajar a Ibiza era entonces como viajar en el tiempo. Por diversas circunstancias, no solamente geográficas sino también históricas, Ibiza había preservado su carácter antiguo, la herencia recibida de diferentes civilizaciones, la soledad ensimismada de una comunidad que continuaba siendo fiel a sus tradiciones y en la que no había conseguido entrar ni uno solo de los habituales signos del progreso. Una extraña pero sólida fidelidad a los orígenes sorprendía, pues, a aquellos viajeros que, por aquel tiempo, decidieron viajar a la isla y empezaron a ponerla de moda.”

Benjamin llegó a Ibiza en barco el 19 de abril de 1932. Fue recomendado por su amigo Felix Noeggerath, filólogo y traductor, que había descrito la isla como un lugar de “tranquilidad absoluta” y con unos precios “increíblemente bajos”. A su llegada, el escritor berlinés se dió cuenta de que había llegado a un lugar donde “parecía que el tiempo se había parado”.

A partir de mayo, estuvo alojado en una casa antigua, pegada a la costa, situada en la bahía de Sant Antoni, junto a un viejo molino que le da el nombre al lugar: Sa Punta des Molí. Esta casa lindaba junto a una más grande en la que vivía el propietario con su familia. Según describió Walter Benjamin: “Lo más bello que hay en ella es la vista, que permite contemplar el mar desde la ventana y una isla de rocas cuyo faro me ilumina por la noche”.

Walter Benjamin dedicaba la mayor parte de sus días a la lectura y la escritura. Vivía sin agua corriente ni luz eléctrica, disfrutaba de los baños en el mar a primera hora del día y de los largos paseos que hacía. El escritor alemán describió esos paisajes como “los más vírgenes que he visto en tierras habitables”.

Ibiza era, en comparación con sus vecinas Mallorca y Menorca, la isla más pobre del archipiélago balear; un factor económico que se convirtió en un atractivo para los extranjeros, que podían vivir de su arte sin lujos pero con cierta solvencia. Por ejemplo, según Benjamin, la estancia le costaba entre 60 y 70 marcos alemanes al mes.

“Se entiende de suyo, por todo ello, que la isla se encuentra al margen de los movimientos del mundo, incluso de la civilización, y que sea preciso también renunciar a todo tipo de comodidades.”

-Carta de Benjamin a Gershom Scholem (1932).

Benjamin vivía en el pueblo Sant Antoni, uno de los núcleos de población de la isla en aquel entonces. Todos los pueblos de la isla constaban de una iglesia, alrededor de la cual había un par de negocios y unas pocas casas. A diferencia de Mallorca y Menorca, el resto de la población de Ibiza vivía de forma dispersa en el territorio isleño, en las características fincas ibicencas, con un modo de vida basado en la tradición y la economía de subsistencia. Los campesinos realizaban tareas agrícolas y ganaderas, elaboraban su propio pan y vino, cortaban leña, hacían carbón e incluso cazaban, entre otras actividades; era prácticamente un estilo de vida autárquico. Empezó a aparecer una incipiente clase burguesa, ligada a las navieras y a otras actividades industriales, pero reducido y prácticamente sólo en el puerto de Eivissa y en la ciudadela de Dalt Vila.

Cómo era la Ibiza en la que vivía.

Entre los años veinte y treinta, convivieron en la isla, por primera vez, dos mundos antagónicos entre sí: el más antiguo y el más moderno. Fueron artistas e intelectuales como Benjamin quienes ayudaron a configurar este «mito cultural» sobre Ibiza, basado en la posibilidad de vivir “una vida diferente”, en contacto con la naturaleza y con una libertad que permitía desarrollar la creatividad artística.

Pero, ¿Cómo fue la convivencia entre los intelectuales y artistas foráneos y los locales? De nuevo, Vicente Valero lo describe en su libro:

«Entre 1932 y 1936, la isla fue visitada por un buen número de jóvenes que aspiraban a ser artistas consagrados y profesaban nobles ideales antiburgueses. Escritores como Albert Camus, Jacques Prèvert, Pierre Drieu La Rochelle, Rafael Alberti, María Teresa León, Josep Palau i Fabre y Elliot Paul, entre muchos otros, dejaron constancia de ello en artículos, libros y poemas. Fue también así como la vivienda tradicional ibicenca se convirtió en símbolo de ambas actitudes: era por su ubicación, un espacio propicio para la creación artística y era también, por sus condiciones, por su estructura y tipología arcaica, un espacio propicio llevar una vida alejada de cualquier convencionalismo burgués.»

Es bien conocido que, tanto en los años treinta como en oleada posterior de los años sesenta y setenta, llegaron a la isla un grupo de personas que por su estilo de vida eran prácticamente antagónicos a la población ibicenca. Por un lado, se encontraban artistas e intelectuales con fuertes tintes contraculturales y progresistas, y, por el otro, una población local anclada en la tradición y profundamente religiosa. Sin embargo, en vez de un conflicto originado por sus fuertes diferencias y estilos de vida, había tolerancia y una convivencia pacífica.

Vicente Valero también describe así en su libro el origen del «mito de Ibiza» que todavía puede rastrearse hoy en la isla:

«El mito internacional de Ibiza, que tuvo principalmente en el movimiento hippie de los años sesenta a su máximo impulsor y difusor, fue creado en los años treinta por intelectuales y artistas que hicieron de la isla un espacio alternativo, tal vez un poco por casualidad, pero un espacio en el que era posible escribir o pintar libremente, bañarse desnudo, tomar hachís y, sobre todo, sentirse intérprete de la naturaleza, en una especie de Arcadia perdida y felizmente encontrada.«

Antes de las grandes transformaciones que trajo la construcción ligada al desarrollo turístico, la isla destacaba por el aspecto primitivo de sus casas rurales –cuya arquitectura era muy atractiva para los miembros de la Escuela de la Bauhaus y el grupo GATEPAC– y el modo de vida ancestral de sus habitantes.

El filósofo alemán estaba fascinado por esa isla virgen, impregnada de un mundo arcaico que estaba a punto de transformarse para siempre. Para él, la casa de campo ibicenca definía con exactitud las diferencias entre los modos preindustriales de construcción y la arquitectura de su tiempo. Se encuentra con un ambiente cultural e intelectual surgido en torno a esas casas tradicionales; como el paisaje mismo de Ibiza era en aquel entonces, prácticamente intacto.

Las casas payesas eran un elemento arquitectónico que conectaba a la antigua Ibosim, cuando la isla estuvo colonizada por los fenicios, unos tres mil años antes. Benjamin solía criticar la arquitectura moderna por su funcionalismo y su desconexión con la experiencia humana. Para el filósofo alemán la arquitectura moderna transformaba el espacio vital “deshumanizándolo”, lo que implicaba también la pérdida del “aura”; lo que, para Benjamin significaba belleza, singularidad y tradición.

Sin embargo, la amenaza del progreso estaba presente en lo que era apenas un anticipo de aquello en lo que se convertiría Sant Antoni con el paso de las décadas. Durante sus tres primeros meses, Benjamin vivió con intensidad la experiencia de aquel mundo antiguo en proceso de disolución.

En la primera de sus cartas que escribe a su amigo Gershom Scholem, a pocos días de su llegada, en abril de 1932:

«Queda decir finalmente que existe una serenidad, una belleza en los hombres —no solo en los niños— y, además de eso, una casi total libertad de los extraños que debe conservarse mediante la parquedad de informaciones sobre la isla… Desgraciadamente, todas esas cosas pueden quedar amenazadas por un hotel que se está construyendo en el puerto de Ibiza.«

Durante su segunda estancia, en una nueva carta a Scholem, en junio de 1933, escribe:

«Ahora aprovecho cualquier oportunidad de dar la espalda a San Antonio. Si te fijas bien, en su entorno, golpeado por todos los horrores de la actividad de sus habitantes y especuladores, no existe ya ni un rincón apartado ni un minuto de tranquilidad

Mientras las cartas y los escritos de 1932 Benjamin destaca, la impresión positiva, generada por la belleza del paisaje y las posibilidades que ofrecía; en las cartas de 1933, en cambio, predomina un tono de agotamiento e incertidumbre, producido por las dificultades personales que supone ser un exiliado en condiciones de pobreza y una isla que poco a poco encarece sus costos debido al aumento de la presencia de turistas y extranjeros.

En aquellos años, en Sant Antoni había únicamente dos pensiones, a las que se sumarían tres más en 1933. Las obras del primero, el Hotel Portmany, empezaron en octubre de 1931, que terminaron dos años después. 1933 fue un año clave para la industria turística ibicenca, ya que al mismo tiempo se inauguraron otros establecimientos emblemáticos en la isla: el Hotel Buenavista, el Gran Hotel y el Hotel Isla Blanca.

La segunda etapa de Benjamin en la isla fue menos feliz que la primera. Vuelve en abril de 1933 forzado por el clima totalitario que se vive en Alemania. El escritor era simpatizante marxista y de origen judío, así que fue considerado un doble enemigo para el nazismo. A partir de septiembre ese mismo año su salud empeora. Benjamin padecía infecciones, fiebre y debilidad generalizada; no fue hasta un tiempo después que supo que era debido a la malaria que había contraído.

En septiembre de 1933, escribe lo siguiente en una carta a su amigo Gershom Scholem:

“El hecho de que apenas pueda mantenerme en pie, la imposibilidad de hablar el idioma de aquí y la necesidad adicional de tener que trabajar todo lo que pueda me conducen a veces, en condiciones de vida tan primitivas, a los límites de lo soportable.”

El 26 de septiembre tuvo que abandonar definitivamente la isla, destino Barcelona, rumbo a París.

Benjamin murió, exactamente un 26 de septiembre, siete años después. El escritor necesitaba salir de Francia para viajar hacia Estados Unidos. Un año antes empezó la Segunda Guerra Mundial, por lo que estuvo ingresado en un campo de concentración en Francia, por ser alemán no nacionalizado. Después estuvo internado en un centro francés de trabajadores voluntarios, pero consiguió salir de allí con la ayuda de amigos franceses influyentes. Con rumbo a EEUU, tenía que entrar primero en España.

Guiado por la escritora y activista Lisa Fittko, quien ayudó a muchas personas a escapar de la Francia ocupada por los nazis y acompañado también de la fotógrafa Henny Gurland y su hijo, Benjamin llega a Portbou el 25 de septiembre de 1940. Sin embargo, a su llegada, Benjamin fue interceptado por la policía franquista porque carecía de una visa requerida. Su amigo Adorno le había ayudado a obtener visas de tránsito en España y de entrada a EEUU, pero simplemente no disponía del permiso francés para salir del país. Sus acompañantes sí lograron pasar para continuar su trayecto.

Benjamin sabía que si volvía a Francia iba a ser atrapado por la Gestapo, que le estaba buscando. Viajaba siempre con una dosis de pastillas de morfina para situaciones desesperadas como la que le tocó vivir. Según escribió el 26 de septiembre de 1940:

“En una situación sin salida, no tengo otra elección que la de terminar. Estoy en un pequeño pueblo situado en los Pirineos, en el que nadie me conoce, donde mi vida va a acabarse. Le ruego que transmita mis pensamientos a mi amigo Adorno, y que le explique la situación a la cual me he visto conducido. No dispongo de tiempo suficiente para escribir todas las cartas que habría deseado escribir.”

Fueron tal vez las últimas palabras que Walter Benjamin, uno de los pensadores más brillantes e influyentes del siglo XX.

TESIS IX / “Tesis sobre el concepto de historia”, Walter Benjamin en 1940 (su última obra):

“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él vemos a un ángel que parece estar alejándose de algo mientras lo mira con fijeza. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas desplegadas. Ése es el aspecto que debe mostrar necesariamente el ángel de la historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde se nos presenta una cadena de acontecimientos, él no ve sino una sola y única catástrofe, que no deja de amontonar ruinas sobre ruinas y las arroja a sus pies. Querría demorarse, despertar a los muertos y reparar lo destruido. Pero desde el Paraíso sopla una tempestad que se ha aferrado a sus alas, tan fuerte que ya no puede cerrarlas. La tempestad lo empuja irresistiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que frente a él las ruinas se acumulan hasta el cielo. Esa tempestad es lo que llamamos progreso.”

«La obra de arte en la época de su reproductibilidad mecánica» (su obra más conocida):

Lo extraordinario del libro más conocido de Walter Benjamin es que sigue estando a la orden del día y ha demostrado estar sobre la pista de los acontecimientos muchos antes de que la reproductibilidad se desarrollara en su forma total, como experimentamos hoy en día. Por lo tanto, no debería sorprender a nadie que siga siendo un material didáctico de referencia en institutos y universidades, más allá de las carreras de arte, filosofía o sociología.

Un par de ideas clave que aparecen en esta obra:

Según Benjamin, el arte estaría dejando de ser principalmente aurático, es decir predominantemente con un valor de culto, para convertirse en un arte profano, en el cual es más importante la experiencia del observador y la exhibición pública de la obra que restringir esa obra a especialistas, reyes, papas y burgueses. La industrialización de las imágenes permitió que el arte fuera más accesible, menos privado, más profano y menos sagrado.

El escritor berlinés comenta que el arte post-aurático es un arte en el que lo político vence a lo mágico/religioso. La obra tiende a dejar de ser un objeto sagrado y exclusivo, y empieza a ser un objeto universalmente accesible. La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica implica un desplazamiento de la imagen desde su valor de culto, hacia un valor de exhibición. Antes de la revolución industrial la obra pertenecía a un gozo restringido, reservado al culto, a los sacerdotes, nobles y especialistas. En el capitalismo la obra de arte tiene un gozo más abierto, todos están invitados a este placer y experiencia estética, como muestra este pequeño esquema:

Benjamin pensó que el arte de las vanguardias y la técnica de reproducción de imágenes jugaría a favor del despertar político de las masas en un mundo en el que triunfaría la revolución social. Apuntaba a esta tendencia le hecho de que muchas obras de arte de la época claramente tenían “ingredientes políticos”, mensajes de izquierda y demandas en contra de la guerra y del fascismo. Ciertamente, las obras de arte tienen el poder de hablar en “otro idioma”; uno que a través de la obra deja al descubierto injusticias o críticas sociales y políticas.

La posibilidad de reproducir las imágenes, las obras, los objetos, habla directamente de la industrialización y el capitalismo. Dice Walter Benjamin que es un fenómeno que acompaña el surgimiento de las masas:

“(…) acercarse a las cosas es una demanda tan apasionada de las masas contemporáneas como la que está en su tendencia a ir por encima de la unicidad de cada suceso mediante la recepción de la reproducción del mismo. Día a día se hace vigente, de manera cada vez más irresistible, la necesidad de apoderarse del objeto en su más próxima cercanía, pero en imagen, y más aún en copia, en reproducción.” (P. 48). 

La imagen, permite acercar lo que está lejos, lo que no se tiene, incluso lo que ha muerto. El cine es visto como un instrumento de influencia masiva en el libro de Benjamin, quien ve en este arte la posibilidad de actuar como vacuna psíquica:

“(…) cuando uno se da cuenta de las peligrosas tensiones que la tecnificación y sus secuelas han generado en las grandes masas (…) se llega al reconocimiento de que esta misma tecnificación ha creado la posibilidad de una vacuna psíquica contra tales psicosis masivas mediante determinadas películas en las que el desarrollo forzado de fantasías sádicas o alucinaciones masoquistas es capaz de impedir su natural maduración peligrosa entre las masas” (Pag. 87).

En conclusión, Walter Benjamin fue una persona fascinante cuya vida y obra siguen cautivando a personas de todo el mundo. A través de sus perspectivas únicas y sus ideas innovadoras, hizo importantes contribuciones a los campos de la filosofía, la sociología y la crítica literaria. Sus ideas sobre la intersección de la historia, la memoria y la producción cultural han tenido un profundo impacto en campos como los estudios culturales, la teoría de los medios de comunicación y los estudios urbanos.

Desde sus primeros años como estudiante en Berlín hasta su exilio en París y trágico final, la vida de Benjamin estuvo marcada por la curiosidad intelectual y una profunda pasión por el conocimiento. Su compromiso crítico con la modernidad y el capitalismo desafió la sabiduría convencional y ofreció formas alternativas de pensar sobre la sociedad.

El legado de Walter Benjamin perdura a través de sus escritos y sus influyentes ideas, y su obra nos recuerda el poder del pensamiento crítico y la importancia de desafiar las normas establecidas. Su perdurable influencia y destreza intelectual hacen de él una figura digna de exploración y estudio.

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title-woman-psychology-architecture (1)Diseñando bienestar: La conexión entre psicología y arquitectura

Diseñando bienestar: La conexión entre psicología y arquitectura

La relación entre la psicología y la arquitectura ha cobrado más relevancia recientemente, en las últimas dos o tres décadas. Se estima que pasamos en promedio entre el 80 y el 90% de nuestro tiempo en espacios interiores, incluyendo actividades en el hogar, el trabajo, en escuelas y otros entornos cerrados.

El estudio que trata esta cuestión es la arquitectura psicológica o psicología de la arquitectura (ya que parece no haber todavía un consenso en un término concreto), y parte de la tesis que el diseño de nuestros espacios puede influir directa y profundamente en nuestro bienestar mental y emocional.

En este artículo exploraremos cómo utilizar la arquitectura como una herramienta para mejorar el bienestar y la salud mental, centrándonos en la arquitectura psicológica, sus elementos característicos, cómo aplicarla, unos ejemplos reales y algunas variantes o subramas, para luego describir cómo aplicarlo en nuestro propio hogar privado. La gran mayoría de estas “recetas” son perfectamente complementarias con prácticamente cualquier estilo y relativamente fáciles de implementar, incluso sin obra en una casa ya existente.

La arquitectura psicológica

La arquitectura psicológica o psicología de la arquitectura es un estudio interdisciplinario que examina cómo el entorno construido afecta el comportamiento humano y su salud mental. Este enfoque relativamente reciente, considera elementos de nuestro entorno como la luz, el color, el espacio y la acústica, aplicando la investigación en psicología, sociología y neurociencia para diseñar espacios que fomenten, entre otros, el bienestar y la productividad.

Esta ciencia se basa en el principio de que ser humano es un “sistema abierto”, un complejo interdependiente que abarca desde sistemas a gran escala, como el sistema nervioso, el digestivo y el inmunitario, hasta el metabolismo interno de una célula. Todos exhiben una propiedad llamada homeostasis, que es la capacidad innata de cada célula a cada organismo complejo de mantener una condición estable y constante; todo esto mediante el empleo de mecanismos de regulación interna interrelacionados.

El cerebro es un importante regulador de todos estos sistemas (incluido el sistema psicológico que llamamos “el yo”). Desde este punto de vista, «el yo» podría considerarse un mecanismo homeostático que evolucionó para ayudarnos a mantener el equilibrio en nuestras complejas relaciones sociales. Como todos los sistemas adaptativos complejos vivos, los seres humanos deben enfrentarse a ecosistemas externos para sobrevivir. Muchos neuropsicólogos creen que la gestión de la interfaz entre la experiencia interna de nuestro cuerpo y la percepción del entorno externo es el principal objetivo de nuestro cerebro.

Por ejemplo, en este artículo se explica como en la década de los noventa, el estudio Sentient Architecture se enfrentó a un desafío en la arquitectura residencial: aunque los clientes ofrecieran sus propios criterios para los diseños, esos mismos criterios a menudo conducían a su insatisfacción. Al aceptar estas instrucciones sin profundizar, el arquitecto producía diseños preliminares que no cumplían con las verdaderas necesidades de los clientes, lo que resultaba en mayores costos de tiempo y producción, en el mejor de los casos. Los clientes estaban decepcionados y de alguna forma inconscientemente esperaban que los diseñadores «leyeran sus mentes». Resulta que la clave para resolver este problema radicaba en entender que los clientes no solo buscaban un edificio, sino una experiencia emocional, lo que requería explorar las asociaciones psicológicas y ambientales que ya existían en sus mentes.

La arquitectura psicológica se basa en una comprensión profunda de cómo los espacios influyen en nuestras emociones y comportamientos. Podemos crear entornos que fomenten el bienestar y la conexión humana al considerar principios como la percepción, la memoria y la experiencia sensorial. Estos principios nos invitan a pensar en cómo cada elemento de un espacio puede afectar nuestro estado mental, creando lugares que no solo habitamos, sino que también nos inspiran y nos hacen «sentir en casa».

Los principios fundamentales de la arquitectura psicológica (plano teórico):

– Percepción: basándonos en cómo los individuos interpretan su entorno, la forma en la que se diseñan los espacios puede influir en la percepción de seguridad, confort y funcionalidad.

– Espacio y lugar: basándose en la relación entre el espacio físico y la experiencia emocional de las personas, un diseño que considera la conexión entre el espacio y el sentido de pertenencia puede mejorar el bienestar.

– Identidad: la arquitectura puede reflejar la identidad cultural. Espacios que resuenan con la identidad de las personas pueden fomentar un sentido de comunidad.

– Comportamiento humano: los diseños que facilitan la interacción social y la movilidad pueden mejorar la experiencia vivida.

– Emoción: como hemos visto anteriormente, los espacios pueden evocar emociones específicas. La elección de colores, texturas y formas puede influir en el estado de ánimo y la experiencia general de los habitantes.

– Funcionalidad: la arquitectura debe ser práctica y satisfacer las necesidades de quienes la utilizan. Un diseño funcional mejora la eficiencia y la satisfacción del usuario.

– Sostenibilidad: al considerar el impacto ambiental y la sostenibilidad podemos crear espacios que sean adaptables y duraderos.

En la práctica, el diseño que respeta los principios anteriores suele fijarse principalmente en los siguientes elementos:

– Luz Natural: tal vez, el elemento más importante. La exposición a la luz natural incluso se ha relacionado con la mejora del estado de ánimo y la reducción de la depresión. Aunque hay que encontrar un balance, ya que la sobreexposición a la luz del sol también puede tener efectos contraproducentes; por ejemplo, el problema que tienen en invierno de grandes ventanales directamente orientados al sur y el estrés que eso puede producir.

– Luz artificial: en entornos donde la luz natural es escasa, como en países del Norte de Europa durante los meses de invierno, la iluminación adecuada puede ayudar a combatir la fatiga y la depresión estacional. Una buena iluminación en el hogar fomenta un ambiente acogedor y relajante (véase: iluminación estilo escandinavo), propiciando momentos de descanso y conexión con nuestros seres queridos. Al elegir la luz artificial adecuada, podemos mejorar nuestra calidad de vida, optimizar nuestro sueño y crear espacios que nos inspiren y motiven cada día.

– Formas: las líneas suaves y las formas orgánicas (en ocasiones, incluso eliminando las esquinas) pueden evocar sensaciones de calma y bienestar, mientras que las estructuras angulares y rígidas pueden generar una sensación de tensión o incomodidad. La altura de los techos y la proporción de los espacios también son factores que afectan la percepción psicológica.

– Espacios Abiertos: fomentar la interacción social puede ayudar a reducir la sensación de aislamiento. Del mismo modo, un interiorismo con espacios abiertos y diáfanos, se ha comprobado que también tienen un efecto positivo sobre el bienestar individual.

– Colores y Texturas: los colores cálidos pueden crear un ambiente acogedor, igual que los colores fríos pueden crear un ambiente más relajante. El uso de colores además puede ayudar a definir áreas dentro de un edificio, guiando a las personas y creando una sensación de orden.

– Acústica: una buena acústica, donde los sonidos se absorben, puede crear un ambiente más relajante y cómodo, lo que puede reducir el estrés y fomentar la concentración; mientras que un lugar donde los sonidos se reverberan o se distorsionan, puede generar distracción e incomodidad. Además, la acústica puede influir en la privacidad y la intimidad; en oficinas o espacios públicos, un diseño acústico adecuado puede ayudar a que las personas se sientan más seguras y cómodas al hablar, lo que fomenta la comunicación y la colaboración.

Cabe decir que en muchas ocasiones estas percepciones son subconscientes; así que, aunque no sea algo evidente para nosotros, los elementos externos pueden inducir sensaciones en nosotros que la que no somos directamente conscientes.

Un ejemplo de un edificio que fue diseñado basándose en muchos de los principios de la arquitectura psicológica (y, entre otros, no contiene una sola esquina) es el Maggie’s Centre, un café y edificio social en Leeds, Inglaterra, concebido para ser un lugar donde pacientes y familiares del hospital adjunto pueden recuperar buenas sensaciones.

Maggie’s Centre, Leeds, diseñado por Heatherwick Studio.

La Psicología del Color y la Arquitectura

El color es un elemento poderoso en el diseño arquitectónico que puede influir en las emociones y comportamientos de las personas. La psicología del color se utiliza para crear ambientes que promuevan el bienestar.

Arquitectura Emocional

Con un énfasis especial en los colores, cabe mencionar que existe una subrama o variante: la arquitectura emocional, originada en México por el arquitecto e ingeniero Luis Barragán. Las diferencias con la aqruitectura psicológica son sutiles; ya que la arquitectura emocional se centra en cómo los espacios construidos pueden evocar sentimientos y experiencias en las personas y busca crear ambientes que fomenten emociones positivas (como la felicidad, la calma o la inspiración), a través de elementos como la luz, el color y la disposición del espacio, principalmente; mientras que la arquitectura psicológica enfoca su estudio sobre un plano más holístico, cómo el entorno afecta el comportamiento y la percepción de las personas, considerando también aspectos como la funcionalidad, la ergonomía y la acústica, entre otros.

Colores Cálidos y Fríos

Según su temperatura, los colores pueden influir de una forma u otra:

– Colores cálidos: tonos como el rojo, naranja y amarillo pueden evocar sentimientos de energía y calidez, pero también pueden ser estimulantes en exceso si se utilizan en grandes cantidades.

– Colores fríos: tonos como el azul y el verde tienden a ser más relajantes y pueden ayudar a reducir la ansiedad, lo que los hace ideales para entornos de espacios de trabajo, pero un uso excesivo también puede provocar letargo o desmotivación. El exceso de azul puede evocar tristeza o melancolía, mientras que un verde muy intenso puede resultar abrumador.

Creación de Ambientes Específicos

La elección de colores no solo se basa en la estética, sino también en la funcionalidad y el impacto emocional que pueden tener en los ocupantes. Aquí hay algunos ejemplos de cómo se pueden utilizar los colores para crear ambientes específicos:

– Entornos de trabajo: en oficinas, se pueden utilizar colores neutros y suaves para fomentar la concentración y la productividad. Sin embargo, se pueden incorporar acentos de color más vibrantes en áreas de descanso para estimular la creatividad y la colaboración.

– Espacios de aprendizaje: en las escuelas, el uso de colores brillantes y alegres en áreas comunes puede fomentar un ambiente de aprendizaje dinámico y estimulante. Las aulas pueden beneficiarse de una paleta de colores que inspire la curiosidad y la creatividad, es decir, colores cálidos.

La Importancia de la acústica

La acústica es un aspecto a menudo subestimado en la arquitectura, pero tiene un impacto significativo en la experiencia de los ocupantes. Un diseño acústico adecuado puede mejorar la concentración, la comunicación y el bienestar general.

Estrategias de diseño acústico

– Materiales absorbentes: utilizar materiales que absorban el sonido, como paneles acústicos y alfombras, puede ayudar a reducir el ruido en espacios públicos y privados. Esto es especialmente importante en entornos como escuelas y hospitales, donde el ruido puede ser una fuente de estrés.

– Ausencia de esquinas: en un edificio puede tener un impacto positivo en la acústica al reducir la formación de ecos y reflexiones sonoras indeseadas. Las esquinas tienden a concentrar y amplificar el sonido, lo que puede generar distorsiones y ruidos molestos. Al diseñar espacios con formas curvas o superficies continuas, se favorece una dispersión más uniforme del sonido, lo que mejora la calidad acústica. Además, estas formas pueden ayudar a minimizar las áreas donde el sonido se acumula, creando un ambiente más agradable y confortable. En resumen, un diseño sin esquinas puede contribuir a una mejor experiencia acústica en un espacio.

– Diseño de espacios: la disposición de los espacios también puede influir en la acústica. Crear áreas de descanso alejadas de zonas ruidosas puede proporcionar un refugio para la concentración y la relajación.

– Zonas de silencio: incorporar zonas de silencio en entornos de trabajo y educativos puede ofrecer a las personas un espacio para desconectar y recargar energías, lo que es esencial para el bienestar mental.

Intersección entre la arquitectura sostenible y la arquitectura psicológica

Curiosamente, la arquitectura sostenible no solo tiene un efecto en la eficiencia energética y la reducción del impacto medioambiental, sino que también tiene un efecto positivo en la psicología de los ocupantes. Estas son las dos características más notables que puede tener respecto a su influencia en las personas que habitan en ella:

Conexión con la Naturaleza

Al incorporar elementos naturales al diseño arquitectónico, como grandes ventanales con vistas al exterior o jardines verticales, se puede mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés. Los espacios verdes, especialmente en entornos urbanos, no sólo mejoran la estética, sino que también proporcionan un lugar para el recreo y la relajación. Además, el uso de materiales sostenibles en la construcción (que suelen ser naturales por regla general) puede crear un entorno más saludable y acogedor.

Eficiencia Energética

Aparte de que el ahorro económico en servicios públicos puede aliviar el estrés financiero, el diseño que considere la eficiencia térmica en balance con el clima natural puede crear un ambiente más saludable y cómodo. Los espacios bien iluminados y ventilados, que utilizan recursos naturales de manera efectiva, pueden mejorar la calidad de vida de sus ocupantes, ya que es preferible la luz natural del sol y el aire del exterior (al no ser que vivamos en el centro de una ciudad), que sus equivalentes artificiales. Por lo tanto, se puede decir que la eficiencia energética en la arquitectura no solo reduce el impacto ambiental, sino que también puede influir en la salud mental.

Y esto nos lleva a un concepto relacionado y que, a su vez, se puede considerar una variante o subrama de la arquitectura psicológica:

La Biofilia

La biofilia se refiere a la conexión innata que los seres humanos tienen con la naturaleza y se puede considerar como un principio clave en la arquitectura psicológica o, en su expresión más purista, tal vez incluso como una rama alternativa.

En el contexto de la arquitectura, la biofilia se traduce en el diseño de espacios que integran elementos naturales, promoviendo así el bienestar físico y mental de sus ocupantes. Este enfoque se basa en la idea de que la proximidad a la naturaleza puede reducir el estrés, mejorar la concentración y aumentar la creatividad.

La incorporación de la biofilia en la arquitectura puede manifestarse de diversas maneras. Por ejemplo, el uso de materiales naturales, como la madera y la piedra, no solo aporta calidez y textura a los espacios, sino que también crea un ambiente más acogedor y saludable. Además, el diseño de edificios que maximicen la luz natural y las vistas al exterior permite que los ocupantes se sientan más conectados con su entorno, lo que puede tener un efecto positivo en su estado de ánimo. Los jardines verticales, techos verdes y espacios al aire libre son otras formas de integrar la naturaleza en la arquitectura; ya que no solo embellecen el entorno, sino que también contribuyen a la sostenibilidad al mejorar la calidad del aire y reducir la temperatura urbana. La creación de espacios que fomenten la interacción con la naturaleza, como patios y terrazas, puede incentivar la socialización y el bienestar comunitario.

Estudios han demostrado que los entornos biofílicos pueden tener un impacto significativo en la salud mental y física. La exposición a la naturaleza se ha asociado con la reducción de la ansiedad, la mejora de la atención y un aumento en la satisfacción general con la vida. En un mundo cada vez más urbanizado, la biofilia en la arquitectura se presenta como una solución valiosa para crear espacios que nutran tanto a las personas como al medio ambiente; especialmente en los espacios urbanos está empezando a ser una tendencia.

Un ejemplo de esto es el Fuji Kindergarden, construido en Japón por Tezuka Architects, un jardín de infancia en forma de óvalo con un perímetro de 183 m, con capacidad para 500 niños. Está concebido como una aldea en un edificio único. El interior es un espacio integrado suavemente tabicado con mobiliario. A través de la cubierta sobresalen tres árboles de zelkova conservados de 25 m de altura.

Fuji Kindergarden, Tokyo, creado por Tezuka Architects. Photographer : Katsuhisa Kida

Cómo aplicar la arquitectura psicológica en el hogar

Estos principios también se pueden aplicar en el hogar privado. Para crear un entorno que no solo sea estéticamente agradable y, a su vez, promueva el bienestar y la funcionalidad. Saber escoger qué elementos y características generales se deben aplicar en su propio hogar, trata de una combinación de conocerse a sí mismo (o, en caso del arquitecto, conocer preferencias y el estilo de vida de sus clientes) y saber qué se puede aplicar en unas condiciones preestablecidas del espacio o ubicación del hogar.

Algunas estrategias para integrar la arquitectura psicológica en el diseño de un hogar:

– Distribución del Espacio: un diseño abierto que conecte áreas como la cocina, el comedor y la sala de estar puede fomentar la comunicación y la convivencia familiar. Los espacios más íntimos, como rincones de lectura o áreas de descanso, puede ofrecer refugio y tranquilidad. En este caso, es importante conocer el estilo de vida de las personas, cómo se moverán y utilizarán los espacios, lo que puede determinar el rango de preferencias.

– Iluminación natural y artificial: la luz natural tiene un impacto profundo en nuestro estado de ánimo y bienestar. Incorporar grandes ventanales, tragaluces o puertas corredizas que conecten el interior con el exterior puede maximizar la entrada de luz natural. La luz del día también regula los ritmos circadianos, lo que puede ayudar a mejorar el sueño y la energía. Del mismo modo, la luz artificial bien aplicada puede compensar la falta de luz natural, como los inviernos en el Norte de Europa o por encontrarse en un espacio urbano. Para esto se puede consultar las soluciones que ofrece el estilo de iluminación nórdica o japonesa, o la fusión de ambas, que parece ser un fenómeno reciente que está en auge.

– Colores y materiales: es fundamental seleccionar una paleta de colores y materiales que resuene con la personalidad y las preferencias de quienes vayan a habitar el espacio. Los colores cálidos, como tonos terracota o amarillos, pueden evocar sensaciones de calidez y confort, mientras que los tonos fríos, como el azul o el verde, pueden transmitir calma y serenidad. Asímismo, el uso de materiales naturales, como la madera y la piedra, puede crear un ambiente acogedor.

– Conexión con la naturaleza: como hemos visto, la biofilia es un principio clave en la arquitectura psicológica. Al incorporar elementos naturales en el hogar, como plantas de interior o un protagonismo de las vistas al exterior, se puede mejorar el bienestar emocional y físico de los ocupantes. Las plantas no solo purifican el aire, sino que también aportan sensación de vida y frescura al espacio. También se pueden crear espacios al aire libre, como terrazas o patios, para disfrutar de la naturaleza y fomentar actividades al aire libre.

– Acústica y silencio: para crear un ambiente sereno, es importante considerar el uso de materiales que absorban el sonido, como alfombras, cortinas pesadas o, en casos más extremos, paneles acústicos. Si se diseña un edificio desde cero, también se puede considerar la ausencia de esquinas, aunque sea en algunas partes de la casa. También se puede distribuir el hogar para minimizar el ruido exterior, al alejar las habitaciones de calles ruidosas, e, incluso, crear de zonas de silencio, donde se pueda disfrutar de momentos de paz y reflexión.

– Ergonomía y mobiliario: los muebles deben ser cómodos y funcionales. La ergonomía juega un papel importante en la prevención de lesiones y en la promoción del bienestar; por ejemplo, sillas y mesas a la altura adecuada pueden mejorar la postura, mientras que espacios de almacenamiento bien diseñados pueden reducir el desorden, la sensación de caos y el estrés subyacente.

– Personalización y/o expresión personal: la personalización del espacio a través de obras de arte, fotografías y objetos significativos puede crear un sentido de pertenencia y conexión emocional. Además, al permitir que cada miembro de la familia tenga un espacio que refleje su individualidad puede fomentar un ambiente de respeto y armonía.

– Tecnología y conectividad: la integración de la tecnología en el hogar es un fenómeno reciente y también puede influir en el bienestar psicológico si se aplica con este propósito. Las “casas domóticas” son un ejemplo de cómo se pueden automatizar e incluso posibilitar muchas funciones que antes no eran siquiera posibles. Para nombrar algunos ejemplos, tenemos sistemas de iluminación inteligente, termostatos programables y dispositivos de control de sonido que pueden ayudar a crear un ambiente para más bienestar. Por ejemplo, la posibilidad de ajustar la iluminación según la hora del día o el estado de ánimo puede tener un impacto positivo en la energía y la productividad. Dicho esto, pensamos que es igual de importante equilibrar la tecnología con momentos de desconexión, creando espacios donde se pueda disfrutar de la tranquilidad sin distracciones digitales; para lo que, por ejemplo, se podrían usar inhibidores de red.

Aplicar la arquitectura psicológica en el hogar privado implica considerar cómo cada elemento del diseño puede influir en el bienestar emocional y físico de sus ocupantes. Desde la distribución del espacio y la iluminación natural hasta la elección de colores, materiales y mobiliario, cada decisión de diseño puede contribuir a crear un entorno que no solo sea funcional y estéticamente agradable, sino que también promueva la salud mental y el bienestar general.

De hecho, la gran mayoría de estos principios se pueden aplicar independientemente de cual sean las preferencias del estilo arquitectónico o de interiorismo, al no ser que sean estilos arquitectónicos muy particulares vayan en contradicción directa, (que igualmente es la gran excepción). Muchas de estas medidas se pueden considerar complementarias, es decir, no se trata de una elección entre uno u otro estilo sino de mejorar todo lo que se pueda dentro de un marco existente; incluso en las viviendas con muy poco margen de variación, como por ejemplo, los apartamentos o los adosados.

Aquí dos ejemplos de viviendas que fueron concebidas desde cero, teniendo en cuenta la gran mayoría, sino todos, los principios de la arquitectura psicológica:

© Kelosa | Selected Properties. Villa by Blakstad en venta. Ver más.

En este caso, vemos en el interior de esta villa, diseñada por el popular arquitecto local Rolf Blakstad, un claro ejemplo de prioridad por la luz natural, una fuerte presencia de la naturaleza por las amplias ventanas, grandes espacios diáfanos y techos altos, muros gruesos y aislados (para mejor acústica), un protagonismo de los materiales naturales y la arquitectura sostenible (aprovechando la bioclimática). De hecho, este último es un atributo extraído de la arquitectura tradicional de Ibiza, en la que se basa el estilo Blakstad desde sus orígenes, aunque modernizado y adaptado a las necesidades y tendencias modernas. Referente al color, es básicamente el blanco (sensación de amplitud y espacio), que contrasta con los materiales naturales más usados, la madera y la piedra.

© Kelosa | Selected Properties. Villa Can Forestal en venta. Contacto para más información.

La siguiente villa, diseñada por el arquitecto Bruno Erpicum, muestra un caso muy parecido, en lo que se refiere a los atributos anteriormente mencionados, pero gracias a ser más de corte minimalista, expande aún más la entrada de luz, sus impresionantes vistas y en la amplitud de los espacios interiores. Los techos siguen siendo altos, pero el manejo de la acústica se resuelve con materiales atenuantes, existe una transición suave entre los interiores y las grandes terrazas, utiliza su ubicación para aprovechar la bioclimática del lugar y la orientación estacional del sol.

Ambas villas están a la venta con nuestra agencia y en caso de tener interés, no dude en contactarnos por ejemplo por aquí.

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